Este poema se ambienta en
un mundo urbano que se inspira en la poesía de Baudelaire en Las flores del mal (1857). El autor ayudándose
de una escena cotidiana nos explica la importancia de valorar la belleza real que
muchas veces se ve eclipsada por la virtual. La publicidad está muy presente en
este poema ya que se convierte en el medio por el cual se transmite esa belleza
virtual. García Montero reflexiona acerca de lo engañosa que puede llegar a ser
la publicidad. A través de una anécdota real el poeta observa a las mujeres que
se dirigen al trabajo en autobús. Son mujeres con defectos en comparación con
la belleza que se proyecta en los anuncios publicitarios.
Al estar basado en
experiencias propias del autor, el poema adquiere un toque más personal e íntimo.
Tiene como fin informar al lector de un problema muy común hoy en día y lo hace
de manera clara y directa. El poema nos aconseja anteponer la belleza real
porque siempre será más auténtica y perfecta, a su manera, que aquella que es
virtual y, por tanto, irreal. García Montero defiende que la poesía debe
comprometerse con la verdad y la justicia. Convierte el poema en una herramienta moralizante, que, en este caso, aconseja al lector abrir los ojos ante los elementos engañosos que
transmite la publicidad y que pueden afectar la opinión que muchas personas tienen de sí mismas de manera negativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario