Victor Botas fue un
escritor asturiano que perteneció a la generación del 68. Aunque es conocido
por su labor poética, también era licenciado en Derecho y ejerció la profesión
durante cierto tiempo compaginándola con la enseñanza universitaria y su pasión
por la escritura. A principio de los años 80, escribió un poema que apareció en
un anuncio para la tienda de ropa infantil Pigüi. Este poema en prosa tiene un
rasgo muy curioso y es que cuando es leído muestra una versificación que es
característica del autor. El poema en verso sería así:
En aquella Bagdad de Las Mil y Una Noches
un rico mercader de luengas barbas
quizás te ofrecería lentas ropas de púrpura
o sedas temblorosas, tan frescas como el agua.
Pero esto no es Bagdad ni tampoco nosotros
un rico mercader
(has de fijarte: en Pigüi
no tenemos siquiera un mal mostacho
que llevar a la boca).
Así que sólo moda
de esa «prêt-à-porter» podemos ofrecerte;
moda igual a la de
alguna que otra tienda —no son muchas—
de esta ciudad prosaica y burguesota.
(Bueno, igual del todo no:
lo nuestro —ya me entiendes —suele ser
un poquitín distinto).
La forma y el contenido
del comienzo del poema son similares a los de un cuento. Por eso, la primera
referencia que hace el texto es a Las Mil
y una Noches, que es una recopilación de los cuentos tradicionales más
famosos de Oriente Medio.

Vemos varios casos de
adjetivacion, un rasgo propio del autor, como por ejemplo en
lentas ropas de púrpura o en
sedas temblorosas. Destaca también la
presencia de paréntesis en el poema que introducen el uso de la ironía como en
luengas barbas, refiriéndose al mercader
que se menciona al principio, que se
contradice con
en Pigüi no tenemos
siquiera un mal mostacho que llevar a la boca. Vemos que hay un juego de
palabras entre
mostacho y
luengas barbas con la frase hecha
que llevar a la boca.
La última frase entre paréntesis,
aunque inusual, otorga cierto toque de confidencialidad y consigue que el
lector se sienta cercano al lugar. De hecho, puede parecernos que la palabra poquitín no es adecuada, sin embargo, es
todo lo contrario. Tiene una doble función, atrae al lector ya que es un
diminutivo muy típico de la región y se asocia con una manera de hablar
infantil, lo cual es muy útil porque la ropa infantil es el producto que se
intenta vender.
Cuando leemos por primera
vez el poema podemos pensar que no cumple con la función de publicitar la tienda,
sin embargo, consigue captar la atención del que lo lee de manera singular y la
técnica publicitaria utilizada es excelente.